Publicado por
Beatriz Javier y Montse
Titanio es el material del que están hechos los sueños.
Desde la primera aplicación el arquitecto estrella californiano Frank O. Gehry utilizó el material en la construcción del Museo Guggenheim de Bilbao, el mundillo internacional de los arquitectos no para de hablar de él.
El metal noble, que hasta hace poco sólo era utilizado para joyas, en la navegación espacial o para implantes médicos, es más resistente al calor que el aluminio y más duro que el acero, pesando sólo la mitad.
En el 2004 se terminó de construir en Kronberg, cerca de Fráncfort del Meno, el primer edificio con una fachada completa de titanio en Alemania, desde entonces por el mercado en crecimiento de la arquitectura.
En fase de investigación se halla todavía el empleo de la “técnica foto-voltaica orgánica” en grandes superficies. Las empresas alemanas BASF, Bosch, Merck y Schott trabajan intensamente en el desarrollo y la producción industrial de láminas transparentes que puedan transformar luz en energía y que, a diferencia de las superficies fotovoltaicas rígidas actuales, puedan ser curvadas, enrolladas y plegadas. Colocadas sobre techos, en ventanas y fachadas, pueden transformar discretamente edificios, sobre todo rascacielos, en verdaderas plantas energéticas. El Gobierno federal de Alemania apoya ese proyecto con 60 millones de euros.
Se espera que pueda comenzarse con la producción en gran escala en el 2015.
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